A lo largo de nuestra vida nos enseñaron a olvidar el cuerpo a la hora de pensar, lo cual termina haciendo que el cuerpo sea eso que nos pesa, que cuesta llevar. Busco la posibilidad de, por lo menos, acompañarnos del cuerpo al pensar. Entiendo y siento que toda teoría, reflexión, idea filosófica se la comprende en la medida que uno le ponga el cuerpo. No nos sería tan lejano comer comida cruda, cual cínico, si cada vez que prendamos fuego para cocinar, recordemos y sintamos el re-originar la civilización que acarrea esclavitud, guerras y demás muertes sin sentido, por ejemplo. En función de esto imagino un taller de filosofía con niños, donde iniciemos o pasemos por el cuerpo, las diferentes posibilidades.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)