Es un lugar común en epistemología el considerar al conocimiento como una clase especial de creencia; manuales y debates epistemológicos parten de aceptar que el conocimiento es una especie más elevada de creencia, aquella que no soló es verdadera sino además, justificada. El llamado análisis tradicional, sin embargo, es una adquisición reciente. En los siglos XVI y XVII, los hasta entonces infranqueables límites entre lo que contaba como conocimiento y lo que se consideraba mera creencia fueron revisados profundamente. Diversos factores contribuyeron a modificar esas fronteras: el redescubrimiento y adopción de los argumentos escépticos, las controversias religiosas, pusieron en duda las certezas recibidas. Sistemas explicativos y prácticas cognitivas antes aceptadas rivalizaron con nuevos descubrimientos e instrumentos. El ideal demostrativo de la “scientia” escolástica fue gradualmente abandonado a favor del conocimiento experimental generado por la práctica científica.
En suma, una reevaluación de las pretensiones de conocimiento tuvo lugar a lo largo del siglo XVII.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)