La problemática ambiental emerge en los años ‘70 de la mano de los primeros movimientos ambientalistas que levantan las banderas del ecologismo y la conservación de especies. A partir de allí, desde los espacios de poder se pondrá en práctica un intento de cierre discursivo, a partir del cual sus postulados serán resignificados por la política y los intereses capitalistas. Su objetivo será despojar a estos discursos de su carácter disruptivo, que sin embargo no logran acallar.
En este trabajo nos ocuparemos de las empresas vinculadas a la producción agrícola, para indagar cómo éstas se han apropiado de los preceptos ambientalistas, legitimando su accionar en base a los principios de una sustentabilidad entendida en términos de aumento de productividad.
A su vez, en esta reconstrucción de sentidos, nos acercaremos a explorar en la voz de los productores para indagar en que medida acciona sobre éstos el discurso verde las empresas.
La incorporación del “discurso verde” por parte del sector empresario abarca un amplio espectro.
Ya sea en términos de “responsabilidad social empresaria” o como estrategia de marketing para la divulgación de sus productos, “pensar en verde” se ha vuelto rentable. En el caso de la agricultura este fenómeno tiene características particulares por tratarse de una actividad directamente relacionada con el uso y producción de bienes naturales. Teniendo en cuenta que este escenario fue uno de los primeros frentes de batalla de las denuncias ambientalistas por el uso de pesticidas (Carson, 1962; Bookchin, 1962), es notable cómo las empresas proveedoras de insumos agrícolas han logrado incorporar a sus estrategias de venta la utilización de postulados ambientales para su propio beneficio. Ello, además, implica la construcción de un “tipo ideal” de productor-consumidor agrícola sustentable, consumidor en términos de tecnología e insumos que las empresas proveen, un paquete tecnológico cada vez más cerrado y excluyente.
Es necesario aclarar que estas estrategias no se llevan adelante sin oposición, el agro es un campo de tensión continua, donde se enfrentan posturas contrarias sobre qué se entiende por “sustentabilidad”. Este contexto ofrece una variedad de discursos y tecnologías contrapuestas que se presentan al productor a la hora de tomar sus decisiones acerca del uso del suelo. La exigencia social de producir de manera sustentable recae sobre estos agentes, aunque los criterios de qué implica esta forma de producción es un debate abierto con posturas antagónicas, donde las empresas, legitimándose en la ciencia y el avance tecnológico, ganan terreno.