Hasta la mitad de la década del noventa, los modelos neoliberales parecían conducir a los países latinoamericanos hacia una globalización homogeneizante. Actualmente, la profunda crisis a que dio lugar ese modelo de recesión e inestabilidad económica impactó socialmente de tal manera en la región que planteó un fuerte golpe a la legitimidad de esas políticas y a la utopía del mercado como fuente de regulación de la sociedad. La profundización de protestas sociales y resistencias heterogéneas cada vez más confrontativas, plantea una oportunidad y un nuevo desafío, fundamentalmente porque ha consolidado al sector campesino-indígena como uno de sus principales actores. Nuestra intención es la de trabajar comparativamente en tres países andinos (Bolivia, Ecuador y Perú) el desarrollo de estas nuevas experiencias de autoorganización social que buscan una mayor horizontalidad y democracia en los procesos de participación teniendo en cuenta el insoslayable proceso histórico de cada país, particularmente en lo que hace a la conflictividad originada en la lucha por la tierra, el diferente impacto social de las reformas agrarias en cada uno de esos países y sus consecuencias actuales, las disputas en torno a las privatizaciones y la defensa de los recursos naturales. De esta manera las protestas regionales protagonizadas por pobladores y asalariados peruanos en un difícil marco político, el movimiento campesino indígena boliviano y la lucha cochabambina por la privatización del agua y la movilización campesina-indígena en Ecuador, donde el Movimiento Pachakutik encabeza las lucha política, muestran, a la vez que similitudes, grandes diferencias en cuanto a la solidez alcanzada por sus principales movimientos sociales y el grado de coordinación y confrontación al que han logrado llegar individualmente.