La interacción es una de las bases para definir la vida urbana, donde se producen una multiplicidad de actos relacionados con el habitar.
Las intervenciones urbanas parten de la premisa de la alteración del espacio público y el diálogo activo con el receptor, para producir una propuesta sígnica de carácter efímero y contundente. Existe una relación compleja, escurridiza y volátil entre el arte que irrumpe y el contexto sociopolítico adonde se dirige la intervención.
Rancière piensa que no hubo -como afirmó Benjamin- estetización de la política en la era de las masas sino que la política tiene, desde su inicio, un carácter estético; que se alimenta de las facultades, los potenciales y las disposiciones del universo amplio de la estética. Se pregunta cómo la política recurre a la estética en su actividad diaria.
Las intervenciones urbanas contemporáneas amplían alternativas de labores interdisciplinarias e invitan a la participación dando visibilidad a situaciones comunales. El advenimiento de nuevas formas de producción de carácter público (artes visuales, performance, nuevas tecnologías, sonido experimental, diseño, arquitectura y urbanismo) se implantan en la esfera pública, proponiendo un discurso social.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)