El desarrollo del canto en la infancia es un problema vigente en muchas escuelas de nuestro país. El hábito de una práctica cotidiana de la experiencia del canto en el contexto familiar resulta poco frecuente y en consecuencia los niños tienen menos oportunidades para el desarrollo vocal temprano, precisamente en etapas en las que tal desarrollo encuentra su mejor momento. Como consecuencia de ello, se identifica en ámbitos escolares un número importante de niños cuyas voces se encuentran en un estado inicial del desarrollo; es decir, voces en las que es posible identificar problemáticas de diverso tipo que podrían considerarse ‘disfunciones’ vocales. Entre ellas: problemas de emisión, afinación, respiración y fraseo. No se trata, necesariamente de disfunciones fisiológicas, aunque se asume que éstas disfunciones podrían resultar síntoma de problemas fisiológicos.
El educador musical necesita dar soluciones a estas dificultades y encontrar salidas alternativas que faciliten el desarrollo vocal de los niños. Así, se enfrenta con situaciones en las que debe evaluar en tiempo real los desempeños vocales y tomar decisiones en relación a las acciones que considera adecuadas y, ante la identificación de disfunciones específicas, elegir y administrar las estrategias remediales que considere convenientes para cada caso. Esto implica, entre otras cosas atender individualmente las dificultades y proceder dentro del espacio áulico y del grupo en su conjunto.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)