En julio de 1933 el edificio Comega recién inaugurado (Avenida Alem y Corrientes, Buenos Aires), aparece retratado simultáneamente en dos revistas especializadas a través de sesenta fotografías de dos autores que ponen en evidencia que aún en la función de documentar un edificio, la mirada se hace singular, selectiva y crítica. Manuel Gómez presenta el nuevo edificio en el contexto material y social de su emergencia, podríamos decir que realiza un «retrato social» de la arquitectura. En sus fotografías hay una manipulación de la luz que deja huellas de su intervención en las escenas que construye. En cambio, las imágenes que construye Roberto Baldisserotto parten de una interpretación no destacada en su dimensión social sino en la materialidad misma del edificio; intenta resaltar las cualidades abstractas de las formas y los reflejos que los novedosos materiales utilizados exhiben. El carácter artificial/cultural de las figuraciones que construyen estas imágenes «ponen en escena» una coincidencia de objetivos artísticos y críticos entre fotógrafos, arquitectos e intelectuales y permiten identificar interesantes presupuestos de la cultura local respecto de la modernización del arte y la arquitectura, hasta ahora poco considerados.