El alfarero comparte con el herrero el lugar de señor del fuego: «ambos utilizaron los poderes destructivos del fuego para producir objetos socialmente valiosos». Su hacer, entendido como téchne, se remonta a las primeras sociedades agrarias y sigue vigente en la sociedad contemporánea. Fue la respuesta más adecuada que las diferentes culturas dieron a las necesidades más inmediatas de la vida cotidiana. Sus técnicas desarrolladas al calor de la experimentación fueron celosamente preservadas y transmitidas de generación en generación. La intervención del fuego y lo impredecible de sus resultados, debe haber sido razón suficiente para preservar los procedimientos e impedir cambios e innovaciones sustanciales. Prohibiciones y prescripciones rodearon su hacer y lo vinculan con los mitos y el ritual. La aparición del torno señala un cambio cualitativo en la alfarería. Nuestro interés se dirige a señalar, por un lado, la permanencia a través del tiempo y del espacio de la alfarería en torno, a pesar de los cambios socio-económicos y tecnológicos, y el pasaje de la producción anónima a otra de autor, e indagar las singularidades que estas prácticas tienen en nuestro medio a través de algunos de sus representantes de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores.