A lo largo de la historia, se han ido conformado determinados temas en relación al arte que funcionaban con el objetivo de erigir esta actividad por sobre el resto de las actividades sociales. Su consideración —a veces explicitada, a veces tomada como algo dado— permitió durante varios siglos plantear la “obra de arte” como un hecho que trascendía las fronteras del espacio y el tiempo cotidiano, presentar al artista como un ser humano distinto al resto, atender a la obra como portadora de determinada verdad intrínseca y esencial cuyo develamiento estaba reservado a los iniciados. Si bien esta concepción convivía obviamente con otras, no dejó, según las épocas de tener sus efectos y sus defensores.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)