Tanto en el contexto de la vida cotidiana como en el del ámbito musical, el término “gesto” conlleva múltiples acepciones. Dentro del campo específico de la música académica, el concepto de gesto musical suele remitir, frecuentemente, a una especie de “traducción” corporal que surge de la percepción de los emergentes sonoros de las obras musicales. Así, por ejemplo, puede formar parte de la enseñanza y de la práctica instrumental o de la dirección orquestal y coral ejemplificar determinado fraseo o determinado proceso sonoro de una obra con movimientos de los brazos y del cuerpo. O también puede remitir al resultado sonoro de una gestualidad física sobre un instrumento musical como, por ejemplo, el rasgueo de una guitarra, el golpe de una baqueta sobre un xilofón o el movimiento de un arco sobre una cuerda de un violín. Desde esta perspectiva, hablar de gestualidad musical es referirse, entonces, a una gestualidad corporal entendida como el vehículo con el que un músico comunica corporalmente ese complejo mundo de sensaciones, imágenes, movimientos que surgen internamente al hacer música.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)