En el momento en que se crea un dispositivo escénico y su espacio generador, hablamos de una puesta en escena. Cuando toda obra, no necesariamente literaria, es puesta en escena se convierte en una de las formas de manifestación estético-dramática. La puesta en escena no es hacer coincidir el texto dramático con el texto espectacular; ni tampoco la trascripción virtual o concreta del texto dramático. La puesta en escena “(...) no es sino la contextualización de las situaciones de enunciación, la concreción [estética] del espacio, tiempo, ritmo, desplazamiento, tono, ideologización del texto, proxémica, cinésica, puesta en contexto de enunciación / enunciado”. De hecho, el cómo hacer y “el hacer” y el cómo decir y “el decir”, requieren ser inscriptos para su comprensión en una teoría de los géneros y estilos, así como también dentro de las convenciones teatrales como “códigos técnicos que, a diferencia de los códigos culturales naturalizados, necesitan de una aprendizaje particular y de una decodificación conciente”, entonces como primera definición nos acercamos a la puesta en escena como la relación codificada de acuerdo a convenciones específicas entre género y estilo.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)