Es muy curioso que desde el mismo siglo XIX le hayan sido conferidas al arte la muerte y la vida eterna, la defunción estuvo de algún modo augurada por Hegel, de su eternidad/de su absolutez, se ocupó Schelling.
La historia ha optado y la primacía ha hecho de la muerte la circunstancia más viva en el mundo del arte, fácticamente éste se afirma como aquello que al mismo tiempo se niega.
Para esta negación nos es lícito retomar un concepto de Kant, del cual Schelling es deudor, el esquema como regla de producción, media entre el concepto y el objeto, este nos puede asistir para pensar la ruptura entre un arte pasado y el presente. Vale decir, que el orden para la producción artística desde el siglo XVIII es concepto-esquema-objeto…
En la actualidad el orden de la cuestión ha sido invertido, y con él los valores estéticos tradicionales, la secuencia sería objeto-esquema-concepto, los ready-made serán relevados en este trabajo como claros exponentes.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)