Este texto es el fruto de recorridos diversos en torno a un pequeño número de cuestiones que me acompañan insidiosamente: la casa, los silencios, la representación como toda explicación posible. Pinté durante veinte años los lugares, ya vados, en los que transcurrí. Azarosamente, encontré en internet a un pintor danés: Vilhelm Hammershoi (1864-1916) y -como a tantos debe pasarle, muchas veces- lamenté infinitamente no ser la autora de sus pinturas. Conjuré en parte ese duelo mediante un trabajo anterior que retomo y que pretendo complementar en este trabajo -los vasos comunicantes entre tiempos y espacios- con obras de un artista nuestro, el pintor argentino Fortunato Lacámera (1887- 1951).
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)