Según los principios del marxismo ortodoxo la superestructura: el espacio ideológico, político e institucional de la realidad social, es el reflejo en el pensamiento y en las acciones humanas –que se concretiza siempre con caracteres distintivos para cada época histórica– de la estructura material fundamentalmente económica. Todo análisis de cualquier fenómeno ideológico debe empezar por esta distinción y sustentarse en ella. El marxismo dispone de ciertos instrumentos conceptuales para acercarse a los hechos sociales y respetar esta dialéctica y compleja relación entre aquellos dos espacios de la realidad, desentrañando lo que hay de esencial e históricamente verdadero en el objeto de estudio. La verdad que alcanza de ese modo el marxismo es siempre una verdad histórico-social, una verdad que habla de las tendencias de la historia y los modos de configurarse la base material de la vida humana en sus aspectos fundamentales, es decir, hablamos de una verdad del ser social que busca ser revelada desde sus diferentes perspectivas en cada análisis realizado. Por eso el marxismo presupone siempre una ontología que es sobre todo social e histórica, y nos indica cómo los hombres configuran su vida material, la producción y reproducción de su vida. En el caso que ahora nos ocupa, Lukács, el más importante crítico literario de filiación marxista, llevaba esto precisamente a cabo en sus trabajos y sus estudios sobre Walter Scott, de una manera tan genial y distintiva, que ya podemos ver en sus análisis no solo la aplicación correcta del marxismo en oposición polémica con las deformaciones ideológicas de la crítica literaria y los malentendidos del propio marxismo, sino que anticipa y supone verdaderos presupuestos ontológicos sobre el ser social o la actividad estética.
En esta ponencia quisiéramos extendernos con cierto cuidado en esta última característica y las importantes consecuencias conceptuales que esto tiene en el entendimiento de la figura y la obra de Walter Scott, el más importante maestro de la llamada novela histórica y uno de los exponentes de lo que se ha llamado el gran realismo, el ideal de lo que el marxismo siempre ha entendido como gran literatura.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)