El célebre ciclo narrativo de Tolkien se recorta sobre una mitología propia que, más allá de los gustos de los lectores modernos, no puede dejar de asombrarnos por su complejidad y vastedad: una cosmogonía en la que se dan cita la única divinidad primordial y creadora (en perspectiva «monoteísta»), Eru-Ilúvatar, y múltiples poderes subordinados a ese único principio, los Valar («ángeles» o «arcángeles», pero con los rasgos propios de las divinidades capitales de religiones politeístas, tal como las reflejan las mitologías grecolatina, germánica y celta).
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)