Luces y sombras. Realidad y fantasía. Verdad y mentira. El teatro williamsiano se erige como una suerte de «caja de Pandora», en el que los males que aquejan a la sociedad norteamericana de posguerra se ven reflejados. Sólo que en sus obras, en el «fondo» no queda la esperanza, sino desolada resignación, «Desmoronamiento y desesperación… remordimientos… recriminaciones… […] Todo ha desaparecido, menos… […] la muerte» (Williams, 1947: 137), a la par del deseo y la aspiración irrealizada de ser.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)