El incansable trabajo que un pequeño grupo de críticos (Ford, Lafforgue, Rivera y Romano) ha llevado adelante desde los años sesenta para que la producción de la cultura popular se incorpore al campo literario tuvo en sus orígenes a las letras de tango por objeto privilegiado, pero andado el tiempo le ha allanado al rock nacional el camino a los estudios académicos (algo que, a diferencia de algunos escritores argentinos, el rock jamás reclamó) y ya son muchos los trabajos que lo certifican. En este marco, un estudio comparado de los distintos retratos que Andrés Calamaro ha escrito a lo largo de su obra puede resultar pertinente.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)