La ola privatizadora que en las últimas décadas del siglo XX predominó en el mundo en sintonía con el auge de las doctrinas neoliberales defendidas a ultranza y promovidas por los organismos financieros internacionales, incluyó el suministro domiciliario de agua. La gestión de este servicio por parte de poderosas corporaciones transnacionales no dió como resultado –como se postulaba- su mejora. Por el contrario, produjo efectos devastadores en vastos sectores de la sociedad. La reacción de ciudadanía en pos de proteger los bienes sociales comunes y defender sus derechos, ha hecho que esta tendencia comience a revertirse en los primeros años del nuevo siglo.