Los festejos de carnaval de las primeras décadas posindependientes, estuvieron signados por la profusión de los juegos de agua. Desde la tarde del domingo hasta el miércoles de ceniza, los habitantes de Buenos Aires se entregaban a toda clase de excesos. Los relatos de viajeros, dan cuenta de estos desbordes. En el año 1835, Rosas asumió la gobernación de Buenos Aires con la suma de los poderes públicos. Con el fin de cohesionar la sociedad y de consolidar su poder, desarrolló una parafernalia propagandística que implicó, entre otras cosas, la cooptación de los festejos populares. El intento por encauzar los carnavales se puede relevar a través de los relatos de los opositores, así como por las imágenes de la prensa ilustrada. En el año 1844, el mismo Rosas prohibió los festejos. La fiesta popular, funciona como una válvula de escape para las tensiones sociales. Es un ciclo que suspende el devenir lineal de la cotidianeidad, para luego reactualizar el orden instituido. El concepto aristotélico de kathársis supone, por otro lado, la liberación de las emociones a partir de la experiencia total de la fiesta.El carácter kathártico y popular intrínseco del carnaval, pudo haber conducido a la prohibición decretada por Rosas en el año 1844, luego de marcados intentos por encauzar los festejos.