La representación en el teatro de ciertas enfermedades consideradas "malditas" en su momento histórico, como en este caso la tuberculosis y el SIDA, se halla ligada a procesos simbólicos cuya raíz responde a procesos sociales, culturales y religiosos. A lo largo de la Historia, las ideas de salud y enfermedad son contempladas desde diferentes conceptos o corrientes del pensamiento. En la representación teatral, la enfermedad suele aparecer como síntoma social, es decir, ligado a una configuración simbólica de los males que corrompen al grupo social. Ahora bien, ¿qué sucede cuando la enfermedad terminal, como factor desequilibrante, aparece en el grupo social? En estos dos casos que planteamos, ambos autores sufrieron la enfermedad que describieron en sus obras. En ambos casos, su condición de enfermos les permite distanciarse de las representaciones de su entorno y utilizar la dolencia como elemento emergente para organizar un discurso particular sobre los comportamientos y estrategias colectivos de dicho entorno ante aquello que se presenta como diferente. Por un lado Copi, bajo la representación del SIDA en su obra "Una visita inoportuna" instala una reflexión sobre las elecciones particulares, las cuales determinan la construcción de una identidad propia, por fuera de la noción de identidad postulada por los cánones sociales dominantes. Por otro lado, Florencio Sánchez en "La salud de los enfermos" plasma la progresiva discriminación del enfermo tuberculoso en el seno de su familia como método de interpelación sobre los derechos de los sanos y los enfermos para vivir dentro de la sociedad.