La tragedia como género experimentó numerosos cambios luego de la muerte del último tragediógrafo “profesional” de Roma, Accio, aunque no necesariamente éstos fueron para peor. El más notable fue quizás el paulatino pero inexorable retraimiento de la representación desde el ámbito público y popular hacia el plano privado y aristocrático. Las circunstancias de preservación de las obras antiguas nos han privado de toda posibilidad de aprehender cabalmente el proceso de evolución y romanización de este género, ya que sólo poseemos lo que bien podría considerarse su estadio final, es decir, la obra trágica de Séneca, de mediados del siglo I d.C., único testimonio más o menos completo de casi 500 años de producción literaria trágica. Sabemos que la tragedia no fue transplantada desde Atenas hacia Italia de forma espontánea e inmediata sino que, como toda manifestación artística en la antigua Roma, se vio sometida a un proceso de “romanización”.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)