Con un prólogo general y uno para cada libro, Lorenzo Valla publica en 1444 sus Elegancias de la lengua Latina, obra pensada para la enseñanza, contiene en su sistema prologal un verdadero manifiesto de la supremacía del latín clásico por sobre cualquier forma del vulgar italiano. Se ha considerado a esta obra como una de las expresiones más radicales del llamado giro purista del humanismo italiano: el deseo de instaurar el uso de latín clásico como lengua privativa del saber en todas sus manifestaciones, entendido como giro en tanto –como se verá más adelante– constituyó un viraje con respecto al avance del vulgar. Razones políticas concretas mueven a Valla a elaborar un llamado tan extremo, a, como él mismo declara “tocar batalla”: estaba en curso la controversia acerca del traspaso de capital de Alemania a la Sede Pontificia y la propaganda anti germánica era corriente en los círculos humanistas, buscando fundar la legitimidad del Sacro Imperio en la continuidad de un poder transferido por la Roma Imperial. Un discurso que confirmara y explicitara esta posición, tal como el que se constituye en los prólogos de Las Elegancias […], allanaría el camino de Valla en su carrera hacia la curia papal.