En 1896 y 1897 aparece en Buenos Aires y Rosario el primer periódico anarco-feminista editado por Virginia Bolten llamado La voz de la mujer. Su lema era “Ni Dios, ni patrón, ni marido”. Más allá del interés histórico que representa el periódico para el movimiento feminista, me interesa rescatar la relación que, ya desde el título de la publicación, se establece entre la voz y el sujeto femenino. Si la voz posee, tal como parece indicarlo el título del periódico, un claro matiz político, ¿a qué sujeto debe remitirse? ¿Puede la “mujer” convertirse en un sujeto político de enunciación? Por otro lado, y considerando el problema desde una perspectiva más contemporánea, ¿es posible pensar en una voz (política) que no remita necesariamente a un “sujeto”?; dicho de otro modo, ¿es posible una política sin sujeto? Y si no es posible, ¿qué tipo de subjetividad se pone en juego en las luchas políticas en general y feministas en particular? Tales interrogantes, lejos de ser nuevos, se vienen planteando en las últimas décadas; el debate, sin embargo, continúa abierto.
En Excitable speech, así como también en The psychic life of power, Judith Butler retoma el concepto de “interpelación” de Althusser para mostrar el carácter performativo del lenguaje. Considero indispensable, en un primer momento, retomar el texto de Althusser y utilizarlo como punto de partida para entender la relación entre el lenguaje (el logos) y el sujeto, así como también la raíz teológica (y mítica) de la interpelación; y, en un segundo momento, indicar, al menos someramente, la posibilidad de una voz que oscile, por decirlo de algún modo, entre una subjetividad política y una clandestinidad paródica.