Desde mediados de la década del ’90 y sobre todo a partir de la irrupción de la crisis de 2001–2002, cobran mayor visibilidad ciertas formas de organización y protestas sociales, caracterizadas principalmente por la puesta en práctica de acciones colectivas disruptivas, no convencionales, no institucionalizadas, con estructuras participativas de carácter asambleario y anclaje territorial (Svampa, 2006). Estas características engloban a una multiplicidad de colectivos sociales, entre los que se encuentran el movimiento piquetero, movimientos territoriales, colectivos culturales, organizaciones en defensa del medioambiente y críticos al modelo extractivo imperante, de género, de derechos humanos y también incluye a los pueblos originarios.
Particularmente, en este trabajo nos interesa presentar y reseñar dos experiencias de organización feminista que surgen en la ciudad de Neuquén durante la primera década del siglo XXI, en cuyas acciones e intervenciones públicas aparecen elementos disruptivos, creativos y que llaman la atención y que se diferencian de otras acciones de protesta más “clásicas”. Se trata de La Colectiva Feminista La Revuelta y de Sin Cautivas Feministas por la Resistencia.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)