En la casa de la calle 63 N° 1043, María Isabel Gau y Adolfo J. Berardi confeccionaban cuidadosamente los documentos, con fotos y huellas impresas, de compañeros que quizá no alcanzaron a conocer. Parte de las huellas del ataque perpetrado por las fuerzas conjuntas la madrugada del 22 de noviembre de 1976, resistieron el paso del tiempo. Nicolás Berardi (Bichicuí), con tan sólo un año y medio de vida sobrevivió al ataque; treinta años después decidió imprimir sobre esa historia sombría una nueva huella: la de la Vida y el Arte. Este trabajo intenta descifrar algunas claves del derrotero de esa casa operativa, donde huellas, cicatrices y marcas de cada momento ocupan parte del escenario doméstico, mientras la intervención artística se presenta como catarsis del horror. ¿Cómo mediar entre ese pasado trágico y un presente corriente? El Arte como antídoto de lo siniestro y la memoria como exorcismo del olvido. ¿Cómo conciliar entonces, pasado y presente, muerte y vida, memoria y arte? La (ex) casa operativa de la calle 63 no constituye una respuesta canónica, pero formula preguntas que, si no incomodan, al menos inquietan.