Las obras de bioarte presentadas a través de dispositivos tales como ambientaciones, eventos participativos o performances requieren diversas demandas por parte del espectador a partir del intercambio y la negociación de un tiempo y un espacio variable. Según Bourriaud, esta clase de obras se presentan como una duración por experimentar una apertura posible hacia un intercambio ilimitado entre el artista y el espectador, en donde el artista le exige al espectador distintos grados de participación al negociar con él relaciones más o menos abiertas. Así las obras de bioarte establecen nuevos espacios de negociación e intercambio constituyendo diversos modelos de relaciones sociales en donde el lugar asignado al espectador oscila entre testigo, invitado, protagonista o coproductor de la obra.