Atendiendo a la formación de docentes de niveles inicial, primario y secundario, debemos tener en cuenta que predomina en la provincia de Buenos Aires una heterogeneidad lingüística relacionada con la coexistencia de variedades y variaciones del español como lengua 1ra., aunque no pocas veces como lengua 2da. con respecto a otras lenguas comunitarias, situaciones originadas casi siempre por procesos de migraciones internas, de pueblos originarios y de países extranjeros. A esto se suman, si tenemos en cuenta también los medios como instituciones educativas (Puiggrós 2007), la presencia de usos de otras zonas hispanohablantes o de ninguna en particular (español neutro), y también el ‘espontaneísmo’ de muchos programas que representan el extremo opuesto de la tendencia al formalismo académico y escolar. Luego, la innovación de los grupos juveniles (Milroy), los cambios culturales, la diferencia entre oralidad y escritura, mucho más que un mero cambio de canal. Frente a este panorama complejo encontramos, en los documentos curriculares de la DGCyE que hemos consultado, algunas incoherencias y discontinuidad en las políticas educativas indicadas con respecto al lenguaje, sobre todo en lo referido a lenguas de migración. Se indica allí un abordaje de aquellas situaciones desde la tolerancia, la aceptación, un cierto humanitarismo, que devienen en el maestro en incorporar determinadas conductas favorecedoras de la inclusión pero muchas veces sin conocer el por qué, lo cual es fuente muchas veces de inseguridad e incertidumbre frente a los problemas concretos. Por eso creemos que, si bien debe prevalecer la práctica comunicativa y la actitud inclusiva, es imprescindible para el maestro una preparación más minuciosa en el conocimiento sistemático de la lengua, que implique también lo discursivo y textual, lo social, histórico y cultural, conocimientos que poseen un gran poder explicativo y operativo (Arnoux, Martínez) pero que actualmente son bastante descuidados en la formación docente. Se hace referencia a casos.