Con la imposición de un modelo de desarrollo occidental, se implementó la concepción de un ser humano dividido y fragmentado, hombres y mujeres descompuestos/as en varias partes:
cuerpo, mente, alma y emociones; como si los seres humanos no fuéramos sujetos/as integrales. En efecto, esta división ha sido objeto de constante reevaluación, ya que hemos comprendido que tanto nuestro cuerpo, como nuestra mente, alma y emociones se interrelacionan configurando nuestro ser, pensar, sentir y estar en el mundo.
Así mismo, se hace difícil concebir que desde las diferentes profesiones se realicen procesos de investigación e intervención con los y las sujetos/as sin tener presente esta integralidad. A pesar de esto, se han constituido esferas de estudio, en donde se designan “especialistas” en cada uno de estos campos y en donde responder a dicha integralidad pareciera ser una tarea realmente compleja.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)