En el año 2005 con el triunfo del Frente Amplio a nivel nacional, se crea el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) y comienzan a diseñarse programas de transferencia de renta condicionada.
A partir del año 2010 se suman a las transferencias nuevos programas asistenciales entendidos por el gobierno como necesarios para el abordaje de los “núcleos duros” de extrema pobreza. Esta política asistencial es concebida como un dispositivo cuyos objetivos trascienden aquellos estrictamente asociados a la propia prestación. Esto se expresa básicamente en la idea de que la prestación asistencial contribuirá en el mediano y largo plazo a una salida de la situación de pobreza. Esto será posible en tanto la política asistencial facilitará el acceso tanto al mercado de trabajo como al conjunto de prestaciones desarrolladas por el Estado.
Este trabajo se plantea debatir las posibilidades, límites e ilusiones de la promesa señalada por la política asistencial. Pese a su pretensión de funcionar de “puente”, esta política tiende a ser excesivamente analizada y diseñada en sí misma, sin la suficiente consideración de los regímenes de bienestar (mercado de trabajo, familia, Estado) en la que la misma se ubica. Y es ese contexto más que la propia política asistencial, la que instala límites a los objetivos planteados.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)