Desde los comienzos del Psicoanálisis, Sigmund Freud planteó la elaboración de una teoría clínica propia del psicoanálisis que fuera diferente de las formuladas por la Psiquiatría, lo que implicaba: por una parte, una nosografía particular, es decir, una identificación de los síntomas ajustada y, en segundo lugar, teorías explicativas propias. En líneas generales, Freud realizó este proceso derivándolo de la clínica psiquiátrica. Contemporáneo de la construcción del edificio nosográfico de su época, el creador del psicoanálisis fue retomando categorías diagnósticas de la psiquiatría con el propósito de interrogar cuál era la incidencia del inconciente por él descubierto en los síntomas de los pacientes. Este cuestionamiento implicó una nueva operación que es la que determinó la especificidad del psicoanálisis desde dos vertientes, por otra parte indisociables: una, la epistémica, desde la exploración del inconciente, a partir de la palabra, los significantes y los deseos. La otra vertiente, tributaria de la anterior, es terapéutica, en la medida en que en ese acto se obtienen modificaciones en los síntomas.