Muchos procesos bioquímicos, fisiológicos y comportamentales fluctúan rítmicamente con una periodicidad diurna o anual en condiciones naturales. En los mamíferos, el reloj circadiano involucrado en la generación de muchos ritmos diarios está constituido por los núcleos supraquiasmáticos (NSQ) del hipotálamo. Para numerosas especies, el ciclo de luz-oscuridad es la señal primaria ambiental que sincroniza y reajusta el reloj circadiano a un período de exactamente 24 hs. La función predictiva del sistema circadiano es preponderante: ella confiere una ventaja adaptativa al organismo pues activa respuestas efectoras con la antelación suficiente como para que sean adaptativamente adecuadas. La diferenciación de las especies vivientes en nocturnas, diurnas o crepusculares, de acuerdo al momento en que muestran su actividad, indica la poderosa fuerza modeladora que la noche y el día han tenido en el proceso de la evolución. Así, el desarrollo de conductas estacionales como la hibernación o la actividad reproductora subraya la importancia de los ritmos anuales en la función biológica.
En cuanto a los neurotransmisores presentes en los NSQ, debe mencionarse que el GABA es el principal, ya que se encuentra en todas las neuronas de los mismos. El papel que desempeñan las neuronas GABAérgicas en el procesamiento de la información neural es relevante, dado que constituye el neurotransmisor inhibitorio más abundante en el sistema nervioso central de los mamíferos. El GABA está presente en interneuronas de tipo Golgi II, que median la integración y el procesamiento de la información en las distintas estructuras corticales y subcorticales. Las sinapsis GABAérgicas constituyen las más importantes en el control “fino” del comportamiento de los mamíferos, las cuales permitirían la variabilidad de las conductas de este grupo, indispensables para su adaptación al medio.