Tal como Bruno, el personaje de una de sus primeras películas, Le petit soldat (El soldadito, 1963), Jean-Luc Godard piensa que su tiempo de la acción también ha pasado ya, que ha envejecido, y que ahora ha llegado el tiempo de la reflexión. Este es el Godard de Historie(s) du Cinema; de 2X50, ans de cinéma français (1995); de JLG/JLG, autoportrait de décembre (1995), o Nuestra música (2004), un hombre que, como el personaje de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, ha decidido ahora recuperar su vida en un «tiempo recobrado». Así Godard, entre los 58 y 75 años, se dedica entonces a observar, recordar, pensar y escribir frente a la moviola, la pantalla del monitor o la máquina de escribir.