No hay una sola "fórmula" que simplifique y explique todos los procesos históricos, económicos, políticos, sociales y culturales que ocurren hoy día en el mundo contemporáneo. Ni siquiera la "modernidad" (o su etapa "post"), o en términos más procesuales, la "modernización", ni la globalización, como conceptos abarcadores, nos permiten agotar la interpretación de todo lo que nos acontece a todos en este planeta, de cualquier forma tan interconectado e interrelacionado, pero también tan fragmentado, y tan excluyente, como nunca antes en la historia. Sin embargo, hay algún consenso alrededor del proceso de "mundialización", o "globalización", como principal eje alrededor del cual giran los procesos centrales del siglo que terminó y del que comienza.
Este es entonces el tiempo de la "globalización", cuando las naciones, las regiones, los gobiernos y las empresas, así como los ciudadanos que pueblan la Tierra están -prácticamente todos, aunque muy asimétricamente- interconectados, gracias a los adelantos tecnológicos en materia de información y comunicaciones.
Pero también son tiempos de reforzamiento de "lo local". No solamente escuchamos hoy en día sobre la famosa "glocalización", que consiste en la complementaria oposición y acomodamiento entre lo global y lo local, sino que vemos desde hace varios lustros la conformación de "regiones" en la economía política "global", como la Unión Europea, el Mercosur, Asean, el TLCAN. Dentro de los procesos de reforzamiento de lo local podemos incluir el despertar de etnicidades dormidas, aunado a nuevos nacionalismos que han surgido de "estados sin nación" y grupos étnicos minoritarios dentro de Estados-nación preexistentes.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)