El momento socio-cultural actual se caracteriza por el precoz auge de la denominada "sociedad de la información", el fenómeno de la globalización y el desplazamiento de lo político en las escenas de la vida pública. Éste es el marco desde donde hay que elaborar un pensamiento crítico en torno a la formación del comunicador social, su actuación profesional y la diversidad de formas y funciones de su inserción en la comunidad. Pensar las relaciones entre cultura, sociedad y comunicación puede resultar un ejercicio equivalente a salir a dar una vuelta por el universo y sus alrededores, ante lo cual se hace saludable la opción de entrar en la inmensidad de ese territorio temático haciendo pie en cuadros de situación específicos, como -en este caso particular nuestro- el de una unidad académica en proceso de llevar a la ejecución concreta una reforma curricular. La cuestión del acerca de qué y cómo deben educar las carreras de comunicación alcanza una dramática vigencia cuando llega el momento de contrastar el diseño de una reforma curricular con las condiciones -materiales y humanas- de su puesta en práctica, en el curso mismo de su implementación.
Situados en este enclave, hemos trazado un reporte que aspira a proyectarse más allá de una bitácora casuística a través del contrapunto entre lo particular de un nuevo Plan de Estudio en sus primeras fases de aplicación y los "grandes temas" de la comunicación.