El estudio del bienestar en la vejez se ha convertido en un tema central en las últimas décadas. Variadas investigaciones han avanzado en la comprensión de los aspectos que se asocian al mismo en esta etapa de la vida: el apoyo social, la autoestima, variables sociodemográficas, la posesión de pareja, la actividad social, el tipo de afrontamiento, los rasgos de personalidad, el estado funcional y la salud, entre otras. Por otra parte, los hallazgos han mostrado que el bienestar psicológico se mantiene e incluso se incrementa a lo largo de la vida. Durante mucho tiempo se pensó al bienestar como una variable objetiva que podía medirse a través de las condiciones físicas y/o económicas del sujeto. Más tarde se concluyó que se trataba de un constructo también subjetivo. Por esta razón se lo define como la evaluación que las personas hacen de sus vidas e incluye dos componentes: uno cognitivo y otro afectivo. El primero se refiere a la satisfacción con la vida y se manifiesta mediante la congruencia percibida entre las metas deseadas y las logradas. Por su parte, el afectivo se relaciona con los sentimientos y el estado de ánimo, así como con la frecuencia e intensidad de las emociones positivas (Diener, 1984). Este trabajo propone explorar posibles variaciones en el bienestar psicológico de adultos mayores pertenecientes a dos grupos de edad.