La marca de la Bestia, apasionadamente, nos introduce en la problemática de esta sociedad de la vigilancia, del control, donde existe una continua invasión sobre el terreno de la vida privada. Actos de la cotidianeidad individual, como una compra con tarjeta de crédito o transacciones bancarias, se transforman en información rica y valiosa acerca de la población, pasando a formar parte de archivos que nos hacen perfectamente ubicables, reconocibles y transparentes. Aníbal Ford, un exponente en investigación en materia de comunicación, plantea un nuevo ordenamiento en el escenario del poder, que se configura a través de las “desigualdades infocomunicacionales, que acompañan a las diversas y crecientes brechas entre riqueza y pobreza que se producen en la sociedad contemporánea”.