Si, urgidos por los desafíos emergentes de nuestra actual coyuntura, volvemos a interrogar la obra de Theodor Adorno respecto de aquello que, no sólo en el totalitarismo sino también en la democracia, amenaza a esta última, nos veremos inmediatamente confrontados con una serie de preocupaciones prioritariamente asociadas a -y conjugadas en los lenguajes de- la tradición liberal del pensamiento político. Desde sus reflexiones sobre la “personalidad autoritaria” a Mínima Moralia, pero también desde “Actualidad de la filosofía” a Consignas, la “primacía del universal”, el colectivo homogeneizante, y una totalidad tan opresiva como ideológica, retornan una y otra vez como los peligros concretos frente a los cuales un pensamiento no inmune a la falsedad de la reconciliación, se ve obligado a intentar rescatar lo que se halla en inminencia de desaparición: la autonomía; la consideración de cada uno frente al reconocimiento igualitario de todos; el individuo.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)