Tal vez nadie haya insistido tanto en la necesidad de abandonar la dialéctica comoGillesDeleuze. A punto tal que podemos leer su obra como un intento sistemático por superar la dialéctica en favor de una ontología positiva de la diferencia. La dialéctica, en la perspectiva de Deleuze, no sería otra cosa que ese “largo error” que de Platón a Hegel obliteró, mediante el recurso de lo negativo, la diferencia. De este modo, la intención no tan secreta de la dialéctica no sería otra que la de “domesticar” la diferencia mediante la contradicción. En otras palabras, la contradicción es el nombre del borramiento de la diferencia, la imposibilidad de pensarla. Distinto es el caso de Althusser, que si bien realiza una fuerte crítica a la dialéctica, al mismo tiempo conserva el concepto, y señala el camino de una posible redefinición, a partir de lo que llamó una “transformación de las estructuras de la dialéctica”. La crítica al concepto de contradicción –no su abandono- a partir del concepto de “sobredeterminación” será el punto de partida para repensar la dialéctica en términos materialistas. Será esta revitalización de la dialéctica por parte de Althusser para pensar la especificad de la práctica política y su relación con la historia lo que intentaremos desarrollar en este trabajo.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)