Adentrarnos en el universo textual de Iris Rivera invita al desafío de descubrir otros mundos que se entronizan con el nuestro dejándonos, al menos, con la convicción que hay un más allá de lo que vemos, de lo que naturalizamos,de lo que consideramos cristalizado y seguro. El lector de la obra de Rivera siempre termina conociendo algo nuevo y así su ficción se constituye en un sendero para saber más de nosotros mismos, de los otros y de lo que nos rodea. Podemos reconocer la sinuosidad del tiempo como en Baldenders (2012), el poder de la palabra como en El señor Medina, en Bicho hambriento y otros versos jugados, seres desconocidos como El mono de la tinta, El Zooki, El cazador de incendios, personajes con otras dimensiones de vida como en Maqueta, la explicación del origen del mundo y de sus cosas como en Mitos y leyendas de la Argentina, significaciones profundas de los comportamientos humanos como en Haiku, La casa del árbol,Jamón del diablo, En la caja de herramientas y entender vínculos humanos como en Los viejitos de la casao Cuentos con tías.
Toda una poética del ser, del parecer, del estar en el mundo y de imaginar otros desconocidos.
De la prolífera producción de Iris Rivera que se inicia en 1991 con sus cuentos Historias de no creer todo lector se inmiscuye en una nueva forma de conocimiento que está determinada por una lectura de lo profundo, por una lectura que saca velos a lo patente para mostrarnos nuevos enlaces y dimensiones explicativas de lo real. Tal vez por eso, los textos de Iris Rivera interpelan al lector, a todo lector, más allá de su edad, como ella misma en el ciclo literario organizado por la Editorial Mil Botellaslo ha declarado: “… yo escribo para personas que están creciendo…” porque“…creo en la literatura a favor del crecimiento y al sacarle el adjetivo (infantil o juvenil), se está apostando también a que algo crece. No a un mundo de ilusión, a un mundo de hadas en el que todo se soluciona con la magia”.