El cine es una invención del hombre lo suficientemente provocativa para evocar las emociones más arraigadas de los sujetos, generar controversias, inspirar las mentes escépticas pero también, como todo arte, redundar, transgredir y retar a las audiencias. Aunque el espectador ubica la ficción como ruta de reconocimiento, el cine es una industria con fines específicos:
transporta a los espectadores a su magia, los hace caer de sus abismos psicodélicos a las trampas de la narrativa, se entrelaza con la propia realidad hasta los engaños conscientes y perversos pensamientos del deseo invisible de la obra, que tiene sentido en el imaginario individual y colectivo de los individuos.
La presente investigación indaga desde el trabajo de campo, el proceso de interpretación y consumo cinematográficos de audiencias mexicanas sobre un corpus fílmico delimitado. A su vez, analiza la manera de cómo éstas incorporan los conceptos retomados del cine a esferas de la vida cotidiana. La explicación metodológica se fundamenta en el constructivismo de la investigación social donde participan tres grupos de recepción (muestra no probabilística) a los que se les aplica un cuasi experimento: “cine reacciones-emociones” a fin de conocer la relación espectador, narrativa audiovisual y hecho fílmico, para reconocer las significaciones de fan y espectador crítico. La recolección de datos se llevó acabo en 2013 en la ciudad mexicana de Culiacán, Sinaloa; los resultados pueden trasladarse a otros espacios y contextos sociales.