Abordaremos esta somera introducción a la problemática de lo autoritario en la música circunscribiéndonos a la llamada música erudita, y entendiendo lo autoritario como un exceso de autoridad ejercido en detrimento de la autonomía de la obra o de los receptores de la misma. A su vez, dividiremos el trabajo en tres partes. Ubicándonos en el momento y el lugar de la generación de la obra, lo autoritario aparece como una intención o deseo que el compositor deja separarse de ese cuerpo integrado por materiales y procedimientos que es la composición, entendida como resultado orgánico de un trabajo. En el momento de la audición, ese deseo flota como algo no integrado y superpuesto a la obra; algo que no proviene de las intenciones puestas en obra, sino de las intenciones a secas. Cuando éstas voluntariamente se convierten en un estrato cuya finalidad está claramente dirigida a seducir al oyente a la manera de una apelación publicitaria, nos encontramos frente al propósito inconfesado de apropiarse no sólo de la percepción de aquél, sino de su más propia visión del mundo. Se trata de legitimar la obra no por lo que es, sino por lo que el compositor quiere que sea.