Hasta principios de la década de los 70, muchos investigadores entendían que ese era el límite máximo ele tamaño para que un ave fuese capaz de volar. Sin embargo, en 1981 los paleontólogos Kenneth Campbell, del Los Angeles County Museum, Estados Unidos de América, y Eduardo Tonni, del Museo de La Plata, dieron a conocer un ave voladora extinguida cinco veces más grande, a la que bautizaron con el grandilocuente nombre de Argeníavis magnificens. El fósil fue descubierto en Salinas Grandes de Hidalgo, provincia de La Pampa, en sedimentos del Mioceno tardío (con una antigüedad aproximada de seis millones de años).