El Niño es uno de los fenómenos más notables de la naturaleza, resultante de la interacción entre el océano y la atmósfera, y sus efectos se manifiestan en el sistema climático global con significativos impactos en los ecosistemas y en la sociedad. Su nombre se debe originariamente a los pescadores peruanos que ya en el siglo XIX observaban que las aguas frías de la Corriente de Humboldt se calentaban periódicamente frente a la costa del Ecuador y norte del Perú, afectando sus capturas. Como esto ocurría hacia las fiestas navideñas lo denominaron, en alusión a Jesucristo, la Corriente del Niño, término popular con que aún hoy se lo designa aunque no corresponda a la condición de corriente marina. El fenómeno tiene dramáticas repercusiones en la cuenca del Plata, y se manifiesta principalmente en las inundaciones que periódicamente afectan a la Mesopotamia argentina.