Porque la infancia es esa tensión en su estado puro: deseo no domesticado, aún no domesticado.
¿Podría decirse otro tanto de la poesía? No de cualquiera, por supuesto.
Pero si hay una poesía que cruza, con su fulgor, la lengua desierta, la lengua como vacío, y si el poema es lo que colma y lo colmado, lo es sólo en la medida en que es un juego de vaciamiento de ese vacío. Por eso no se trata de la infancia como tema, ni de la reconstrucción de la voz infantil, sino de hacer del poema el espacio del deseo en su estado infante y de construir el deseo del poema como espacio que da lugar a una lengua infante (no domesticada).
La relación entre la poesía y la infancia pudo pensarse, y de hecho se pensó, de muchas maneras diferentes.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)