Las preguntas que vamos a plantear en este trabajo parten de la lectura de un texto de María Teresa Andruetto e Istvansch, La durmiente.
Me voy a permitir una referencia personal: cada vez que mostré y di a leer este texto, en general a lectores adultos, encontré que, después de la primera lectura, casi invariablemente preguntaban: ¿esto es para chicos? Traigo esta pequeña referencia porque me permite centrar algunas cuestiones que me interesan comentar.
Creo que unas de las marcas de este texto es que produce, en su lectura, un quiebre, un cuestionamiento que tiene relación con la categoría de género en sus dos dimensiones posibles. Por un lado, género en tanto noción teórica que identifica el campo de estudios críticos que atiende al modo de construcción de las identidades sociales. Por el otro, género en tanto conjunto de textos identificables con un campo de producción discursiva.
Decíamos que en ambas dimensiones se producen tensiones que cuestionan las representaciones hegemónicas más estabilizadas en el discurso social. En relación al género discursivo literatura para niños, la desestabilización se produce al romper con las representaciones que conciben estos espacios discursivos como apolíticos y aproblemáticos, al desplegar, precisamente, toda la dimensión de la conflictividad social en la figura de la protagonista. En cuanto a la representación social de lo que es “ser mujer”, vemos la distancia que presenta el texto con un modelo social basado en lo apolíneo, la pasividad, la interioridad doméstica y la apoliticidad. Es sobre este último punto que nos detendremos. El problema que intentamos plantear, a partir de la lectura de este texto de Andruetto-Istvanch, nos remite a una tradición en la producción de literatura para niños: aquella zona discursiva que se erigió como marco referencial de las conductas sociales esperables para niños y niñas.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)