La literatura para niños producida en Argentina entre 1950-1976 presenta dos ejes teóricos: poder e hibridación. Díaz Rönner (2000) afirma que el segundo eje le garantiza la salida de la marginación. Señala a María Elena Walsh como la exponente máxima y especifica que en su obra es posible encontrar un “entretejido –una hibridación- de lo culto y lo popular con sus ramales, sus nervaduras y sus pliegues” (Díaz Rönner, 2000, p. 526).
Luego de Walsh, escritores como Devetach, Bornemann y Roldán continúan la traza del camino. Más tarde, las obras de Montes, Wolf, Cabal y Mariño ejemplificarían las nuevas tendencias observables entre los ’80 y los ’90 en el campo de la literatura para niños en Argentina. Estos escritores se preocupan por la escritura; sus obras, en general, “se hacen guiños con obras universalmente conocidas y parodian en sus escritos con irreverencia e ingenuidad todo lo parodiable” (2011:164); además, quiebran el discurso literario autoritario y retórico, y ofrecen una mirada nueva sobre los chicos lectores, mientras reinstalan y privilegian “la historia, lo contable” (2011:164) con la lengua que tienen a disposición.
Es posible observar algunas de las estrategias enunciadas anteriormente en la escritura de Luis María Pescetti, uno de los escritores destacados en el campo y, además, el creador de Natacha, protagonista de la novela homónima publicada por primera vez en 1998 por la editorial Alfaguara. Actualmente Pescetti reúne sendos trabajos publicados desde los ’90 y muchos de ellos han sido premiados internacionalmente.
Es decir, presenta un “sostenido nivel de producción y publicación” (Díaz Rönner, 2011:165) que amerita el estudio de su obra.
En este trabajo se hará referencia a dos novelas, “Chat, Natacha Chat” ([2005] 2008) y “La Enciclopedia de las Chicas Perla” ([2002] 2009) en las que aparece este personaje. El objetivo es mostrar, en ambos casos, la hibridación genérica. También se indagará el uso híbrido del lenguaje en una selección de relatos incluidos en “Nadie te creería” (2003).