Acercarse a la poética de Isol implica sumergirse en por lo menos dos lenguajes: el de la plástica y el de la literatura.
Transitar esos lenguajes es inmiscuirse entre las metáforas coloridas, el humor musicalizado, las sombras riesgosas, los niños transgresores, los adultos transgredidos, las miradas extrañadas, y por sobre todo: en un viaje donde el lector se encuentra con una escritora desbordada en imágenes o una ilustradora desbordada en palabras.
El despliegue plástico y narrativo de Isol está vinculado con la provocación y el cuestionamiento de aquello que tradicionalmente estuvo enmarcado en el imaginario adulto respecto de las historias para los niños. Este cambio de perspectiva nos acerca a un imaginario propiamente infantil donde la otredad es el universo adulto. La mirada de Isol se desubica, no quiere enseñar nada, no persigue lo bello, sólo halla su centro en las líneas y palabras desbordadas.
Los lectores encontramos un producto editorial interesante pero además, el desafío de descifrar lo no dicho -en palabras- y sugerido a partir de las imágenes. Creemos, por otra parte, que el trabajo de Isol imagina un lector ajeno a las categorías editoriales, si bien sus obras son publicadas en colecciones que apuntan a un público infantil y que en última instancia responden a cierta demanda editorial, la apuesta que hace la autora se redobla transgrediendo el prototipo de lectorniño e incluyendo a éste lector-niño desde una posición que se transforma en marca poética y recorrido múltiple de lectura.
Hemos elegido tres obras de esta artista integral: Piñatas (Del Eclipse, 2004), El Globo (FCE, 2002) y Vida de perros (FCE, 1997). Las tres fueron escritas e ilustradas por Isol y presentan algunas recurrencias de su poética.