Stefano aparece publicado por primera vez en 1997 en Buenos Aires, Sudamericana. Si bien no vamos a detenernos aquí en la historia de su edición y circulación, ni en la trayectoria particular de la autora, es indudable que se trata de una de las obras más reconocidas. El diario “La Voz del Interior de Córdoba”, su provincia, anunciaba el 25 de octubre de 2009, la recepción del Premio Iberoamericano SM de LIJ, el más importante a la trayectoria, presentándola como “la autora de Stefano”.
De hecho, la aparición de Stefano de María Teresa Andruetto conlleva una impronta significativa en la producción literaria de los noventa en la Argentina. La “lectura etnográfica” que se intenta realizar aquí rescata las voces que trae la novela desde el recuerdo y que dialogan con otras producciones de Córdoba, de Buenos Aires, de ese tiempo: conformando una configuración de resonancias locales y contemporáneas, pero que, al mismo tiempo, presentan huellas de la historia y de otras voces procedentes de lugares más lejanos. Estas voces se constituyen en “informantes” que dan cuenta de un denodado intento de rescate de las memorias: llegó el tiempo de ser contadas, casi como misión. Memorias de los orígenes: de dónde venimos para saber a dónde vamos. Y, en esos orígenes, podemos observar nuestra confluencia de las antiguas y no tan antiguas historias, expresiones y personajes tanto nativos como de otros continentes que llegaron para quedarse y trajeron su bagaje -como Stefano- que aún persiste en nosotros.
Cabe aclarar que nos referimos a “las memorias” pues, en la actualidad, se hace hincapié, en general, en la pluralidad de las memorias debido a que no es posible hablar de una memoria única y homogénea en la complejidad de las elaboraciones del pasado que se constituyen en los grupos sociales.(Jelin, 2002; Erice, 2006)