El lanzamiento al espacio de satélites tripulados y no tripulados por parte de los Estados Unidos de América y la ex Unión Soviética comienza en la década de 1950. Las actividades espaciales de los rusos se desarrollaban en el máximo secreto; no obstante se conocía a través de algunas noticias periodísticas, que sus satélites descendían suavemente sobre el continente y en el caso de los americanos, de los que se tenía más información, bajaban en el mar. Por lo tanto ello permitía suponer que esos países habían desarrollado una tecnología similar o al menos comparable.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania tenía dos grupos de científicos que trabajaban con los cohetes VI y V2, conocidos como “bombas voladoras”, y también habían avanzado en investigaciones con relación a futuros viajes espaciales, diseñando una cápsula presurizada adaptable a la V2 para colocarla en el espacio.
En 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial, más de un centenar de científicos y técnicos emigraron a los Estados Unidos de América, donde trabajaron bajo la dirección de Wernher von Braun. Otro grupo de expertos, dirigidos por Helmut Grottrup fue destinado a la Unión Soviética (Erickson, 1991).