En 1909 arriban a la ciudad de Buenos Aires Emil Bose y su esposa Margrete Heiberg Bose. Vienen para reorganizar el Instituto de Física de La Plata y la Escuela Superior de Ciencias Físicas de la Universidad Nacional fundada pocos años antes en dicha ciudad.
Bose es un joven y promisorio doctor en física alemán que alcanzó muy pronto el profesorado y que se había desempeñado como director del Instituto Tecnológico de Danzig. Ella era una de las primeras dinamarquesas que logró ingresar a la Universidad de Copenhague y la primera doctora en química de este origen.
Se conocieron en el Instituto de Física de la Universidad de Göttingen trabajando como asistentes de Walther Nernst, desarrollando el programa de fisicoquímica de éste sabio, quien alcanzaría años después, en 1920, el Premio Nobel de Química..
Göttingen era entonces una de las principales universidades alemanas. Si el Instituto de Matemáticas de Göttingen había sido famoso por Carl Gauss, Peter Dirichlecht y Bernhard Riemann, para cuando llega Bose era un fuerte centro de atracción por la presencia desde 1895 de David Hilbert. El trabajo de Hilbert de 1909 sobre ecuaciones integrales guió la investigación en el análisis funcional durante 50 años.
Pero también su Instituto de Física, hoy “I. Physikalisches Institut”, era un ámbito intensamente creativo de donde saldrían en esos años otros tres premios Nobel de Física: Max von Laue en 1914, James Franck en 1925 y Werner Heisenberg en 1932.
La comparación entre el recientemente fallecido Pierre Curie y María Sklodowska-Curie con los Bose fue inevitable para la prensa de un país como el nuestro lanzado vigorosamente a construir su futuro de grandeza.
Pero resulta difícil comprender la aparición de la pareja Bose-Heiberg en el Río de la Plata si no ponemos antes la atención en algunos aspectos fundacionales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el marco en el que ésta se desenvolvía su la primera década de existencia.